Nota: Para determinar la necesidad del uso de cualquier herramienta en la protección ejecutiva, se requiere un estudio previo. Aquí solamente discutimos un ejemplo hipotético, cuyas características se repiten con frecuencia en nuestras ciudades latinoamericanas.
Podemos ver que en estas situaciones los agentes armados elevan los riesgos en lugar de reducirlos, ya que el riesgo de perder un vehículo, una cartera o un reloj se convierte en el riesgo de perder la vida o de quedar seriamente herido. También, si algo así ocurriera en las concurridas zonas de nuestra operación, el daño en la imagen que sufriría la empresa y la marca sería muy grave.
A todo esto, podemos sumar problemas menores, como retrasos y molestias que puede tener el ejecutivo en una revisión fortuita si su vehículo es detenido por las autoridades cuando los escoltas vayan armados. También los escoltas no podrían acompañar al ejecutivo a ciertas instalaciones en donde no es permitido entrar con armas.
Así podemos ver que las armas de fuego en este hipotético pero muy frecuente caso no aportan ningún beneficio y pueden generar graves problemas para la vida e integridad física de los ejecutivos, sus familias y los ciudadanos, así como posibles daños incalculables tanto para la imagen del ejecutivo y para su empresa, sin mencionar los problemas legales que de esto se derivan.
A todo esto, es importante agregar que el estudio que realizamos sobre la efectividad del arma de fuego en la protección ejecutiva refiere que su eficacia en condiciones reales es apenas del 4.13 %. Por esto es muy importante entender que el ejecutivo no está protegido por una persona con o sin arma, sino por un sistema de varios elementos. Los ataques planeados, por peligrosos que sean, deben ser detectados en su fase de preparación mediante contravigilancia y/o alerta temprana mucho antes de que la agresión caiga sobre el ejecutivo.
El riesgo de asaltos se minimiza de tres formas: Actividades de alerta temprana, logística protectora que reduce la exposición y la disuación que realiza el agente de protección de cerca.
De esta forma, podemos reducir los riesgos a un nivel óptimo sin generar otros riesgos graves potenciales que representan los agentes armados en este ejemplo.
Una vez más es importante destacar que no queremos decir que las armas de fuego no sirvan en la protección ejecutiva, al contrario, hay casos específicos en donde su implementación es necesaria e inevitable. Lo que queremos destacar es que no podemos implementar el arma de fuego por default en cualquier servicio, ya que, en muchas ocasiones, como en la descrita, las armas elevan los riesgos en lugar de reducirlos. Para decidir si van a usarse las armas o no, de qué tipo y bajo cuáles procedimientos, se requiere un estudio de seguridad detallado que genere la base para una operación adecuada.


