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Alerta Temprana Salva a Trump

Ivan IvanovichIvan Ivanovich
Alerta Temprana Salva a Trump

El Servicio Secreto de Estados Unidos parece aprender rápidamente de sus errores. El domingo 15 de septiembre, se produjo otro "intento de asesinato" contra el expresidente Donald Trump, el segundo en solo dos meses, esta vez en su club de golf en West Palm Beach, Florida.

En el momento del incidente, Trump disfrutaba de una jornada de golf, alejado de su campaña electoral. Mientras examinaba anticipadamente el hoyo al que el expresidente se acercaría más tarde, uno de sus agentes del Servicio Secreto notó el cañón de un rifle sobresaliendo entre los arbustos que rodean el campo.
Al percatarse de esto, según ha informado el FBI, los agentes dispararon al menos cuatro rondas de munición, mientras el sospechoso, aparentemente herido, se daba a la fuga en un vehículo.

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En ese momento, el expresidente se encontraba "uno o dos hoyos" detrás de la ubicación del atacante. El sheriff explicó que la distancia era "probablemente entre 300 y 450 metros". Es evidente que el atacante esperaba que Trump se acercara al hoyo siguiente para lanzar su ataque desde una distancia más corta. Gracias a esta acción de Alerta Temprana los agentes del Servicio Secreto detectaron y desactivaron el ataque antes de que el protegido estuviera en peligro, actuando de manera anticipada y sorprendiendo al agresor en lugar de ser sorprendidos.

Los errores más graves del Servicio Secreto durante el atentado del 13 de julio fueron la falla en la contravigilancia —el agresor había vigilado el lugar durante diez días sin ser detectado— y la falta de Alerta Temprana, ya que no intervinieron con anticipación las posiciones donde el agresor se estaba posicionado y esperando para atacar. La contravigilancia se relaciona con el "Anillo de Tiempo Largo", que permite detener un ataque con días o meses de anticipación, mientras que la Alerta Temprana corresponde al "Anillo de Tiempo Medio", que evita ataques horas o minutos antes de que ocurran.

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En esta ocasión, nuevamente falló la contravigilancia; el agresor seguramente había estado observando el lugar varios días antes del ataque sin ser detectado. Este análisis previo le permitió identificar oportunidades y posibles fallas de seguridad, acercándose lo suficiente para poder ejecutar un ataque efectivo.

Sin embargo, la Alerta Temprana funcionó muy bien esta vez. El agente intervino de manera anticipada en la zona a la que iba a ingresar el protegido, identificando los puntos críticos y desactivando el ataque antes de que representara un peligro para el protegido. Lo fundamental aquí no es la puntería del agente ni el hecho de que el agresor logró escapar inicialmente, sino que el ataque fue frustrado antes de que el protegido corriera riesgo. Esto refuerza la idea de que un agresor descubierto antes de atacar solo buscará escapar.

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A diferencia de lo que ocurre en América Latina, donde se repiten neciamente los mismos errores y se pierden vidas, el Servicio Secreto ha demostrado haber aprendido de sus fallas. Aunque todavía presenta debilidades en contravigilancia, han comprendido la lección más importante: la única forma segura de detener un ataque es intervenir en las fases de preparación. Se han dado cuenta de que centrarse en la reacción es un enfoque desastroso. Esperemos que, a partir de este ejemplo, los protectores en América Latina y en otras partes del mundo también aprendan esta valiosa lección, haciendo de la protección ejecutiva una profesión más segura tanto para los protegidos como para los protectores.

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