El antiguo concepto de protección ejecutiva basado en las armas y en la reacción sigue cobrando vidas. El empresario Carlos Benítez “Bildmart” falleció el pasado viernes 26 de agosto a causa del atentado que sufrió un día antes sobre la avenida Insurgentes de la ciudad de Cuautla, Morelos, en donde también perdieron la vida dos de sus escoltas, mientras que su hija de 13 años resultó herida.
Asimismo, los agresores debieron haber esperado en puntos específicos alrededor del lugar del ataque varios minutos (o más) antes. Si los agentes hubieran realizado sus actividades de alerta temprana, en lugar de estar amontonados todos alrededor del ejecutivo, sin duda habrían detectado la presencia del comando criminal con armas largas y hubieran evitado que el ejecutivo entrara en la trampa.
Lamentablemente, se le confió todo a las armas y a la reacción de último momento, lo que jamás ha dado resultados. ¿Qué más tiene que pasar y cuántas personas más tienen que morir para que nos demos cuenta de que estas medidas arcaicas no sirven? Solamente cambiando nuestra forma de entender y practicar la protección ejecutiva e implementando nuevos métodos de seguridad anticipada podremos hacer esta profesión más segura tanto para los protegidos como para los protectores.


