La manera de operar de la protección ejecutiva tradicional es tan conocida y predecible que podemos decir que si no le “pegan” a un protegido con este esquema operativo es porque no quieren.
Muchas veces hemos comentado con otros compañeros que en el clásico esquema en donde los escoltas están en frente del restaurante durante la comida es suficiente como para poner al asesino entre los comensales, y así ejecutar al cliente indefenso.
Justo esto ocurrió el pasado viernes 21 de octubre cuando Salvador Llamas Urbina, consejero nacional de Morena y jefe de Gabinete Municipal de Puerto Vallarta, fue asesinado este viernes a tiros en el restaurante Sonora Grill de la colonia Providencia, en Guadalajara.
Con no poca especulación, en un caso tan confuso podemos sacar algunas conclusiones:
- Napoleón decía que la elección del terreno de batalla lo es todo. Es evidente que el funcionario sabía que corría riesgo por tener tantos escoltas, y también era probable que sabía que la reunión sería tensa y riesgosa, por elegir un privado dentro de un restaurante concurrido, en donde pensó que podría estar seguro con su numeroso grupo de escoltas. Efectivamente, no fue suficiente. Las personas con este tipo riesgos deben realizar sus reuniones en ambientes mucho más controlados.
- Como siempre, en estos casos, y más por la arriesgada y atrevida elección del lugar de ataque, se puede asegurar que el funcionario fue seguido por un tiempo prolongado, sin que esto fuera detectado oportunamente, así que, como siempre, no se implementó la contravigilancia.
- Los vehículos con armamento y pocha llantas fueron encontrados en el lugar y estaban ahí, sin duda, antes del bien planeado ataque, sin que los protectores se percataran de ello, ya que la alerta temprana no forma parte de las operaciones de la mayoría de los protectores hoy en día.
- No se puede asumir que un hotel o restaurante es un lugar seguro, por lo que los protectores no deberían estar solamente afuera. La implementación de agentes sombra (encubiertos) tal vez pudo haber ayudado al actuar de manera sorpresiva contra los agresores si todo lo demás fallaba.
Una vez más, lamentablemente, pudimos darnos cuenta de que un operativo armado y numeroso no es necesariamente eficaz, más bien lo contrario. No faltaron recursos, sino el conocimiento para proteger la vida del funcionario. Conocer la logística protectora, hacer que los protectores operen en un esquema distinto, priorizando la contravigilancia, alerta temprana y la protección no convencional, son factores que hubieran hecho la diferencia. Solo un cambio radical en la manera de operar puede hacer esta profesión más segura tanto para los protegidos como para los protectores.


