El pasado jueves 11 marzo, en un estacionamiento de la calle 17, en el centro de Bogotá, Colombia, un solo sicario asesinó al empresario Jorge Enrique Gómez y a su escolta, Luis Alberto Gamboa. Este lamentable hecho fue grabado por cámaras de videovigilancia de circuito cerrado y difundido por las redes sociales un día después.
En el video se aprecia al ejecutivo cerca de la ventanilla de pagos del estacionamiento, muy expuesto por su cercanía a la puerta, y a su escolta detrás de él, distraído, sacando algunos artículos de su moto, mientras otro, presumiblemente también escolta (o el mal llamado chofer escolta), estaba de lado derecho con una sombrilla aparentemente atento al entorno. Es importante señalar que tanto el ejecutivo como ambos escoltas iban armados.
Es evidente que los asesinos conocían las actividades del empresario, y que este movimiento en el estacionamiento fue, de cierta forma, rutinario, o, de lo contrario, no se hubiera cometido la agresión con tanta rapidez y precisión. Esto lo hicieron a través de un tiempo prolongado de observación y estudio de las rutinas del ejecutivo. Si el empresario hubiera tenido un servicio de contravigilancia, necesariamente la detección del riesgo hubiera sucedido con anticipación, previniendo el atentado, tal vez, meses antes.
Si lo anterior falla las operaciones de alerta temprana son fundamentales. Como lo hemos dicho muchas veces, los atacantes no salen “de la nada” o como por “arte de magia”, sino que están en lugares específicos que les permiten llegar de manera rápida al objetivo y, también, huir con facilidad. La tarea del escolta en la alerta temprana es revisar estos puntos previos a la salida o a la llegada del ejecutivo. Es por esto que la regla número uno de la protección ejecutiva moderna reza: El protegido puede salir a la “costura” (o exposición) solo si el agente de alerta temprana lo confirma. Los detalles de este sistema los explicamos en el libro Protección Ejecutiva en el Siglo XXI: La Nueva Doctrina.
En este caso, el vehículo rojo con el asesino a bordo estaba tanto en un lugar de fácil acceso al protegido como de rápida huida, sin mencionar, también, su más que sospechosa apariencia de sicario, por lo que habría sido fácilmente detectado por el agente si éste solamente hubiera conocido y aplicado las técnicas de alerta temprana en lugar de implementar la “protección de cerca” de, como casi siempre, trágicos resultados.
Se podría objetar que este tipo de situaciones pueden ser frecuentes en esta zona de la ciudad y que bien la persona pudo haber estado ahí por casualidad. Lo anterior nos lleva a otra regla de oro: En la protección ejecutiva, nada ocurre por casualidad en un lugar y en un horario de rutina.
Con una nueva estructura operativa, la cual incluye contravigilancia y alerta temprana, las agresiones se mitigan lejos del ejecutivo en el tiempo y en el espacio, para una mayor seguridad tanto de los usuarios como de los escoltas. Esto no quiere decir que la “protección de cerca” deba ser eliminada, sino que debe entrar en una estructura más completa, la cual, además, se adapte a cualquier presupuesto, como te lo explicamos en este video:
Es fundamental implementar un nuevo sistema de protección ejecutiva moderno, discreto y eficaz, para proteger la vida tanto de los ejecutivos como de los escoltas.


